TEJIDO ADIPOSO
Es un tipo de tejido conectivo especializado, cuya función no solo es el sostén de los demás tejidos, sino también la homeostasis, tanto energética como térmica, mediante el almacenamiento de gotas de triglicéridos en su citosol.
En su matriz extracelular predominan los colágenos tipo VI y IV, junto con fibronectina y metaloproteínas en su sustancia fundamental.
Sus células principales son los adipocitos, y según su estructura, el tejido adiposo se clasifica en dos grandes grupos:
Tejido adiposo blanco (o amarillo): formado por adipocitos blancos.
Tejido adiposo pardo (o marrón): compuesto por adipocitos pardos.
Tejido adiposo blanco
Representa aproximadamente un 10% del peso corporal total. Sus principales ubicaciones son:
Hipodermis (panículo adiposo): Es una de las tres estructuras que conforman la piel. Su espesor varía entre individuos, dependiendo de factores genéticos, nutricionales y hormonales. Por ejemplo, en las mujeres tiende a acumularse más en la región glútea, mientras que en los hombres, en la región abdominal. Está sujeta a modificaciones constantes.
Mamas: Al igual que lo mencionado anteriormente, presenta variaciones según factores genéticos, nutricionales y hormonales. El depósito de grasa es mucho mayor en mujeres que en hombres.
Alrededor de órganos internos: Se encuentra en el mesenterio, alrededor de los riñones, el corazón, entre otros. Esta localización también está influenciada por factores genéticos y nutricionales.
Médula ósea: En este caso, no responde a factores nutricionales. Predomina en la médula de huesos largos más que en los huesos planos.
Funciones principales
Almacenamiento de energía a largo plazo
Aislamiento térmico
Amortiguación y protección de órganos vitales
En las últimas décadas se ha hecho énfasis en su función endócrina, ya que el tejido adiposo participa activamente en la evolución de distintas patologías metabólicas, como la hipertensión arterial y la diabetes mellitus. Forma parte del sistema endocrino difuso y secreta diversas hormonas, entre ellas:
Leptina: Inhibe el centro del hambre, reduciendo el apetito.
Adiponectina: Estimula la utilización de ácidos grasos.
Resistina: Relacionada con la resistencia a la insulina.
Angiotensinógeno: Estimula la contracción del músculo liso de los vasos sanguíneos.
Precursores de hormonas esteroideas: Para la síntesis de estrógenos, testosterona, entre otras.
Características celulares de los adipocitos blancos
Son células grandes, de aproximadamente 100 micras.
Contienen una gran gota lipídica rodeada de filamentos de vimentina, lo que les da el nombre de uniloculares.
Su núcleo es plano y periférico, lo que les da un aspecto característico de “anillo de sello” en las tinciones con hematoxilina-eosina.
Su citoplasma es escaso y desplazado hacia la periferia por la gran gota lipídica.
Pueden encontrarse aislados o agrupados, pero siempre rodeados de abundantes vasos sanguíneos y fibras reticulares, que ellos mismos secretan (motivo por el cual se utiliza tinción con plata para su observación).
Se originan a partir de células mesenquimales perivasculares, localizadas alrededor de las vénulas durante el período embrionario. Estas células, llamadas lipoblastos, al activarse por el receptor nuclear PPARγ, modifican su estructura, aumentan de tamaño y evolucionan a preadipocitos. Cuando comienzan a almacenar triglicéridos, ya son considerados adipocitos maduros.

Los lípidos se pierden con la tinción de hematoxilina y eosina, por lo que la gota se ve blanca. Para su correcta observación es necesario utilizar la tinción de Sudán .
La siguiente imagen fue obtenida de una técnica tricrómica. El tejido conectivo se evidencia color turquesa, mientras que el músculo color rosa.

Tejido adiposo pardo
Se encuentra en escasa cantidad en el adulto, y tiene mayor relevancia durante la vida fetal y en los neonatos, donde representa aproximadamente un 5% de la masa corporal total.
Su principal función es la regulación térmica mediante un proceso llamado termogénesis sin temblor, mecanismo especialmente útil en los recién nacidos, quienes carecen de actividad muscular suficiente y dependen completamente del entorno para mantener su temperatura corporal.
Ubicación según la etapa de vida:
Neonatos: mayormente en el tronco y la cintura escapular.
Primera década de vida: se ubica en la región cervical, axilar, paravertebral, mediastino, esternón y abdomen.
Adultos: solo quedan remanentes, ubicados en el espacio perirrenal, periadrenal y alrededor de los grandes vasos. La cantidad es mínima.
Características celulares
Los adipocitos pardos son multiloculares, es decir, almacenan los triglicéridos en forma de múltiples gotas pequeñas. Presentan las siguientes características:
Son de menor tamaño que los adipocitos blancos.
Tienen escaso retículo endoplásmico liso (REL).
Su núcleo es central, no aplanado ni desplazado a la periferia.
Contienen abundantes mitocondrias, las cuales almacenan citocromo oxidasa, enzima clave en el proceso de termogénesis.
Es un tejido altamente vascularizado y está dividido en lobulillos por tabiques de tejido conectivo.
Origen embrionario
El tejido adiposo pardo se origina a partir de células progenitoras miogénicas esqueléticas, que al ser estimuladas por el factor PRDM16, evolucionan y dan lugar a los adipocitos pardos actuales.

Las flechas están señalando la presencia de vasos sanguíneos, ambos, casualmente, cortados longitudinalmente.

Transdiferenciación del tejido adiposo
Un concepto muy interesante del tejido adiposo es la transdiferenciación, es decir, la capacidad que tienen ambos tipos de adipocitos —blancos y pardos— de modificar su estructura y transformarse uno en otro. Es decir, ante determinados estímulos, un adipocito blanco puede convertirse en uno pardo, y viceversa.
Este proceso ocurre normalmente durante la vida adulta, cuando los adipocitos pardos dejan de ser tan necesarios debido al mayor uso de los músculos y a una creciente independencia en el control térmico.
Por ejemplo, al crecer comenzamos a jugar, correr, subir escaleras… Esto genera actividad muscular, que libera energía en forma de calor, por lo cual la función de los adipocitos pardos ya no es tan esencial. Lo mismo ocurre con la independencia: si sentimos frío, nos abrigamos, tomamos un té, encendemos una estufa, cosas que un bebé no puede hacer por sí solo.
A medida que evolucionamos, los adipocitos pardos se vuelven menos necesarios y pueden modificar su estructura para convertirse en adipocitos blancos, mucho más útiles para el metabolismo adulto.
Sin embargo, hay situaciones excepcionales en las que los adipocitos pardos nunca se transforman en blancos, como en personas que han vivido toda su vida en climas extremadamente fríos, por ejemplo, los esquimales.
Por el contrario, la transdiferenciación de adipocitos blancos a pardos es mucho menos frecuente, aunque se ha evidenciado en ciertos individuos que han pasado mucho tiempo expuestos a temperaturas altas y luego a ambientes fríos.
Por ejemplo, una persona que ha vivido toda su vida en un país cálido como Colombia, y se ve obligada a mudarse a un lugar frío como Siberia, podría, con el tiempo, aumentar la cantidad de adipocitos pardos en su organismo como una forma de adaptación térmica.